Clarín el bienaventurado
jueves, 16 de noviembre de 2006

Retomo mi vida después de 48 años de sufrimiento. Llevo luchando con mi vecino desde que le conozco, y no hay derecho hombre, que no hay derecho. Mi problema es que Román, hombre de 76 años, hace caca a diario desde su ventana hasta mi tejado, y esto comenzó exactamente hace 48 años, cuando compré ilusionado mi actual casa. Yo por entonces con un sueldo similar al que tengo ahora, gasté todos mis cuartos en una casa colindante a otra algo más alta; pero por lo demás completamente tranquila y aislada, pues lo que siempre he buscado a sido paz. Mi gran sorpresa es que mi vecino, tras dos meses de no saludarme, empezó a hacer caca desde su ventana a mi tejado, que está justo por debajo. Esto ocurría diariamente. Lo he intentado todo, los dos primeros años los recuerdo perfectamente, yo no me atreví a decir nada, incluso tomábamos copas juntos, pero al llegar a casa volvía a cagarme en el tejado. Durante los siguientes 20 años, yo indignado me propuse frenar esta conducta, y por ello le he puesto un total de 63 denuncias, y ninguna ha conseguido frenar su ansia de cagarme, incluso un juez me dijo que aquella caca haría bien en mi tejado, que podría ser un buen aislante para el frío en invierno y calor en verano. Pues nada, y los últimos años, mi persistencia por frenarle ha ido decreciendo, para colmo viene gente de otros pueblos para ver como mi vecino me caga encima, es indignante.
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